Diversas tecnologías han alterado la forma en que somos capaces de gestionar nuestros recursos hídricos. Dados los desafíos que actualmente enfrentamos, tanto a escala nacional como global, es plausible que la tecnología juegue un rol aún más prominente en la gestión del agua en el futuro cercano.
El agua es un elemento vital para la subsistencia ecosistémica y un recurso básico para la realización de diversas actividades humanas. Por lo mismo, es de suma importancia procurar una gestión sostenible de los recursos hídricos. Dicha gestión debe considerar, entre otras cosas, el efecto de nuevas condiciones socioambientales que ejercen una presión adicional sobre los recursos hídricos, tales como el cambio climático, el aumento exponencial de la población, y cambios en los estilos de vida. Una gestión sostenible de los recursos hídricos involucra la generación de un espectro amplio de conocimientos respecto de su disponibilidad, accesibilidad, calidad, y tasa de consumo, entre otras variables. Además, una apropiada gestión de los recursos hídricos también debe considerar la generación de conocimientos respecto de sus varios riesgos asociados, tales como inundaciones, subsidencias de terrenos, y deslizamientos.
Desafortunadamente, la generación de conocimiento respecto de recursos hídricos suele no ser fácil, dadas las complejidades naturales de los sistemas hídricos y geológicos. Por lo mismo, varios centros de investigación, gobiernos, y ONGs han dirigido grandes esfuerzos y recursos para contribuir al levantamiento de información respecto de los recursos hídricos. Estos esfuerzos también involucran a los sectores privados e industriales, los cuales han empezado a tomar con mayor seriedad los varios aspectos relacionados a la gestión sustentable de recursos hídricos. En particular, agentes del mundo privado e industrial han desarrollado prometedoras tecnologías que pueden contribuir de forma significativa a la gestión sostenible del agua.
El concepto de “tecnología” es bastante amplio y está en continua transformación. Habiendo hecho esta salvedad, el concepto de “tecnología” tradicionalmente comprende aquellos bienes que nos ayudan a llevar a cabo ciertas actividades de forma más rápida, eficiente, e informada, sean estos tangibles (desde microchips a maquinaria industrial) o intangibles (desde algoritmos a protocolos). En particular, una de las actividades en que la tecnología ha asumido un rol central es la gestión y administración de recursos hídricos. Por ejemplo, distintos dispositivos tecnológicos han sido utilizados como parte de sistemas de monitoreo avanzado de aguas. Estos sistemas suelen estar conectados a bases de datos y programas computacionales que nos permiten recolectar grandes y específicos volúmenes de información. Idealmente, esta información podría además ser guardada en “nubes virtuales”, para su uso y revisión en tiempo real, con facilidad de acceso en cualquier parte del mundo.
A pesar de sus contribuciones a la gestión sostenible de recursos hídricos, la tecnología no debe ser considerada como una panacea. Después de todo, la recolección de información respecto de recursos hídricos es importante pero no suficiente para asegurar una gestión sostenible del agua. Adicionalmente, esta información debe ser analizada y evaluada en contexto, para poder así ganar un entendimiento que nos permita tomar decisiones que se alineen con nuestros objetivos y nos eviten potenciales situaciones de riesgo. En particular, los datos recolectados deben ser enmarcados dentro de un contexto geológico, pero esta contextualización suele ser difícil cuando nuestras bases de datos son grandes, el lugar que analizamos es extenso, o debemos considerar variables adicionales, como por ejemplo la infraestructura local. En estos difíciles casos, la tecnología nos puede auxiliar mediante la implementación de diversas plataformas para el procesamiento de datos y generación de modelos integrados. La información resultante nos permite comprender el sitio de estudio en cuestión, gestionar sus recursos de forma sostenible, y no intervenir de forma inestable las dinámicas ecosistémicas.
Uno de los contextos más críticos para analizar el impacto de la tecnología en la seguridad del agua es la actual crisis migratoria de refugiados a escala global. Consideremos como ejemplo el caso de seguridad de agua en el contexto de la crisis humanitaria de refugiados Rohinyá en Bangladesh. En 2017, setecientos cincuenta mil refugiados Rohinyá se instalaron en la península de Teknaf en Bangladesh, escapando de violaciones a los derechos humanos en Myanmar. Dadas las precarias circunstancias sanitarias en los campamentos instalados, las aguas para consumo en los pozos habilitados estaban contaminadas por filtraciones desde letrinas desbordadas y pozos de lodos fecales. En particular, un 80% de las aguas de los pozos habilitados reportaron presencia de Escherichia coli, bacteria que en algunas de sus variedades puede ocasionar graves trastornos digestivos.
Para remediar esta situación, se llevó a cabo un estudio geofísico que permitió reconocer nuevas reservas de aguas de mejor calidad en acuíferos profundos. Parte de este estudio involucró la utilización de programas para modelamiento, análisis, y visualización tridimensional, los cuales hacen uso de nubes virtuales para guardar información. De esta forma, agentes involucrados en el monitoreo de la crisis pueden revisar la información en tiempo real desde distintos continentes controlando los parámetros, escala de análisis, e información representada, dependiendo de sus intereses particulares. Esta cualidad fue de hecho explotada, ya que los agentes involucrados en el monitoreo de aguas se encontraban en Bangladesh, en Europa (agentes del alto comisionado para refugiados de la ONU), y Estados Unidos (equipo técnico).
Como resultado de este estudio, se entendió que la geología en los sectores correspondientes a importantes campamentos de refugiados era notablemente distinta a la geología del resto de la península de Teknaf. En gran parte de la península, los acuíferos son continuos, asociados a un grueso estrato de arenisca. Este no era el caso en importantes campamentos, donde los acuíferos más someros eran discretos y más bien pequeños. El estudio geofísico permitió encontrar nuevos acuíferos más profundos y por lo mismo mejor protegidos de la polución por filtraciones. De esta forma, las tecnologías aportaron de forma determinante a encontrar reservorios para asegurar acceso al agua en los campamentos.
Ciertamente, las tecnologías también pueden ser implementadas para una gestión sostenible del agua en contextos geográficos más cercanos. Por ejemplo, pensando en oportunidades para Chile, podemos considerar como nuevas tecnologías nos podrían ayudar también a una gestión sostenible de recursos hídricos, particularmente en el contexto de la sequía que experimenta el país. Un caso concreto en que la tecnología puede ser implementada es en la minimización del impacto de relaves mineros en la calidad del agua subterránea en distintos reservorios. Una gran cantidad de minas en Chile se encuentra en zonas cordilleranas, cercanas al origen de grandes cuencas que alimentan el resto del territorio. Los relaves asociados a estas minas suelen tener un grado variable de filtraciones que afectan la química del agua en estos reservorios. De esta forma, no sólo la biodiversidad circundante está en riesgo, sino también las zonas urbanas hacia las cuales estas aguas fluyen. Este es un campo de acción específico en que una mayor implementación de tecnologías de monitoreo y control de aguas en tiempo real podría ayudar a prevenir serios desastres socioambientales.
Este texto adapta secciones del reporte “UnEarthed: Water Security” de Seequent. Para más información, visitar https://www.seequent.com/community/research-reports/unearthed-water-security/“. Agradecimientos a Hernán Bobadilla por su contribución al texto y edición.