Estrategias Transdisciplinarias de Gobernanza Local: Integrando las Geociencias en la Acción Climática – por Felipe Orellana y Javiera Saavedra

Chile y el resto del mundo han experimentado cambios radicales en los últimos 200 años, transformaciones que, a escala humana, resultan difíciles de creer. Estos procesos han moldeado nuestras relaciones humanas, la forma en que trabajamos y, sobre todo, la relación directa con el entorno que nos rodea.

por Felipe Orellana y Javiera Saavedra Cancino

Javiera Saavedra Cancino – Abogada medioambiental

En Chile, durante los años 60s, se llevaron a cabo varios procesos importantes que marcarían un hito en la historia del país. En particular, con la “Reforma Agraria” y la “Chilenización del Cobre” – ambas iniciativas impulsadas por el presidente Eduardo Frei Montalva – se consagraron importantes cambios tanto en la “propiedad” de los recursos naturales como en la concepción territorial de “pertenencia”. Cabe recordar que la década de los 60s inició con el sismo de mayor magnitud registrado en la historia de la humanidad, un evento que sacudió por completo a la ciudad de Valdivia. Este evento dejó en evidencia tanto la vulnerabilidad sísmica del país como sus capacidades de solidaridad, resiliencia, y extraordinarias labores de ingeniería de rescate (por ejemplo, las labores de desbloqueo del río San Pedro y Lago Riñihue para evitar una catástrofe aún mayor). Estos eventos fueron reflejo de la adaptación y capacidad de respuesta de una sociedad que convive constantemente con las amenazas.

Felipe Orellana – Geólogo

En contraste, a nivel internacional a fines de los 60s, las ideas de cómo salvaguardar nuestro planeta ya eran recurrentes. Es a fines de esta década que el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas decide convocar una conferencia internacional sobre los problemas del medio humano, concibiendo los cambios que la humanidad ha provocado en el medio natural como un problema global. En 1972, 113 países miembros de la ONU – Chile incluido – participaron en los acuerdos de la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo, siendo este el punto de partida de la serie de conferencias y acuerdos internacionales que marcarían la agenda ambiental en las décadas siguientes. 

Durante los próximos 50 años, se sucedieron importantes encuentros y acuerdos internacionales relacionados con el medio ambiente. La Cumbre del Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro en 1992 marcó un hito al establecer la Agenda 21, un plan de acción para el desarrollo sostenible a nivel global. En 2002, se llevó a cabo la Cumbre del Desarrollo Sostenible en Johannesburgo, donde se evaluó el progreso realizado desde la Cumbre de Río y se identificaron nuevos desafíos. En 2012, se celebró la conferencia Río +20, que conmemoró los 20 años de la Cumbre de Río y buscó reafirmar el compromiso con el desarrollo sostenible. Finalmente, en 2015, se alcanzó el histórico Acuerdo de París, en el cual los países se comprometieron a tomar medidas para limitar el calentamiento global y adaptarse a los efectos del cambio climático. Cabe destacar que Chile ha sido un participante activo en estos encuentros y acuerdos internacionales, reconociendo la importancia de abordar los desafíos ambientales desde una perspectiva global. El país ha demostrado su compromiso al ser parte de importantes iniciativas y alinearse con los objetivos internacionales de mitigación y adaptación al cambio climático.

En agosto de 2021, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó su último Informe de Evaluación, el cual señaló de manera inequívoca la influencia humana en la crisis climática y ambiental que enfrentamos. Estudios científicos respaldan cada vez más la intervención antrópica en el cambio climático, y los efectos de esta crisis se hacen evidentes a través de desastres naturales y fenómenos extremos en todo el mundo. Los países del sur global, como Chile, son especialmente vulnerables a estos impactos. Un claro ejemplo de los desafíos que enfrenta nuestro país es la megasequía que ha afectado al país durante más de una década. Esta sequía ha exacerbado la escasez hídrica, la desertificación, y el riesgo de incendios forestales. Además, Chile se encuentra en una zona sísmica y volcánica activa debido a su ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico. Estos factores, sumados a la alta susceptibilidad a otros desastres naturales, posicionan a Chile en el lugar 25 del índice de Riesgo Climático Global.

Si bien es cierto que el aumento de la temperatura es un proceso natural que ha ocurrido durante los últimos 10.000 años desde la última glaciación, la actividad humana está acelerando este proceso de manera alarmante. Según el Global Carbon Budget 2021, se estima que para lograr la neutralidad de carbono mundial para 2050, se deberían reducir 1,4 miles de millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono por año. Esto plantea un desafío monumental que requiere acciones urgentes y concretas a nivel global.

Para dejar fuera los negacionismos, debemos ser contundentes y precisos en reconocer que nos enfrentamos a una situación sin precedentes, en la cual el cambio ambiental global exige respuestas efectivas y rápidas. Es fundamental acelerar estrategias de acción directa que nos permitan aprender, adaptarnos, y anticiparnos a cualquier tipo de amenaza climática. Claro está que dichas estrategias deben ser territoriales y adaptadas a las medidas geográficas y necesidades socioambientales de cada localidad, teniendo en cuenta las urgencias propias de quienes conforman y habitan el territorio. Es fundamental diagnósticar los problemas derivados del cambio climático a nivel regional y priorizarlos en base a criterios humanos, socioambientales, y económicos. En este escenario, es fundamental que las ciencias e ingenierías sean capaces de involucrarse con un sentido de función social capaz de diagnosticar y elaborar soluciones locales resilientes al cambio climático. Además, dichas soluciones deben ser transversales para que de forma conjunta con diversas instituciones públicas y privadas logremos permear el diseño e implementación de políticas que planteen medidas adecuadas a nivel local para enfrentar los desafíos ambientales. De esta forma, podremos tender hacia la sostenibilidad y promover la resiliencia en cada región del país.

Para lograr estos objectivos, un camino a consolidar es relevar el protagonismo de los gobiernos regionales y municipales para ejecutar y sensibilizar sobre este desafio mundial del que todos somos parte. Chile está bien posicionado para enfrentar estos desafíos, dada su rica historia de desastres socionaturales y su experiencia en la gestión de riesgos y adaptación. En dicho sentido, Chile es un referente mundial para la generación de respuestas concretas al cambio climático. Este rol se ha materializado en los compromisos adquiridos para descarbonizar la matriz energética y apostar por aumentar la generación de energías renovables no convencionales, asumiendo el protagonismo vanguardista a nivel mundial como los principales productores de hidrógeno verde, entre otros.

Si fortalecemos la cooperación internacional y la colaboración entre los distintos sectores de la sociedad para abordar de manera efectiva los desafíos ambientales, Chile se convertiría en un país con la innovación sufiente, capaz de guiar y vislumbrar acciones concretas para enfrentar los problemas inherentes del cambio climático. A nivel global, hemos atravesado cambios importantes, profundos, y acelerados en las últimas décadas: los procesos de reforma, la participación en conferencias y acuerdos internacionales, junto con la colección de evidencia científica respecto del impacto humano en la crisis climática. Todos estos cambios han marcado un antes y un después en la forma en que nos relacionamos con el entorno. Chile, en particular, ha enfrentado desafíos únicos debido a su ubicación geográfica y su historial de desastres naturales. Los terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, y la reciente megasequía han puesto a prueba la resiliencia y capacidad de adaptación del país. Pero también han demostrado la notable capacidad de solidaridad y respuesta frente a las adversidades que tiene el país.

Frente a las interrogantes que subyacen de los desafíos planteados por el cambio climático, es crucial que tendamos hacia una transformación real, transversal, y efectiva ante la resiliencia y adaptación al cambio climático que nos exigen los tiempos actuales y venideros. Esta transformación sería ampliatamente ayudada si apostamos por promover la investigación científica y entregar resultados claros en un lenguaje sencillo. De esta forma, habilitaríamos una capacidad de diálogo con los distintos poderes del estado, fortaleciendo así las políticas ambientales y fomentando la participación ciudadana desde los lugares más recónditos y descentralizados.

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